Las preguntas pueden dar mejores resultados en el Brainstorming

El Brainstorming (tormenta de ideas o lluvia de ideas) es una técnica creativa que se ha utilizado durante décadas para la resolución de problemas específicos de forma grupal mediante la recolección de una lista de ideas que se generan de forma espontánea por las personas que participan en él. Uno de sus objetivos es la eliminación o evasión de las inhibiciones tratando de que los participantes piensen de forma libre y que sugieran la mayor cantidad posible de ideas de la forma más libre posible. Todas las ideas se apuntan sin ser criticadas.

Su origen parte de 1939 cuando Alex F. Osborn comenzó a desarrollar técnicas y métodos para la resolución de problemas creativos. En aquel momento, se encontraba frustrado porque sus empleados no eran capaces de desarrollar ideas de forma individual, por lo que comenzó a realizar sesiones grupales. En ese momento, descubrió que la cantidad y la calidad de las ideas era superior.

Las reglas básicas en este tipo de actividades son: La eliminación de toda crítica reservando la evaluación para una fase posterior; fomentar el pensamiento libre permitiendo las ideas imposibles o inimaginables incluso que pudiesen fomentar la risa en algún momento de la sesión; la cantidad de ideas es importante ya que a mayor número de ideas es más fácil escoger entre ellas, además que las primeras 20-30 ideas no sean ni las más frescas ni las más creativas a escoger; y finalmente se persigue un efecto multiplicador, buscando la combinación de ideas y sus mejoras.

Por otro lado, hay que señalar que existen distintas variantes dentro del brainstorming: nominal group technique, group passing technique, team idea mapping method, directed brainstorming, guided brainstorming, individual brainstorming y el question brainstorming.

Uno de los debates recientes sobre esta técnica es si es más eficiente realizar estas tormentas de ideas sobre preguntas más que sobre respuestas. Si se realiza sobre preguntas, se ha descubierto que es mucho más sencillo evitar los sesgos cognitivos y preconcepciones. De este modo, los participantes adoptan un modo de pensar mucho más creativo y les da un sentimiento de control mucho más profundo.

Sin embargo, hay que tener presente que no todas las preguntas son iguales. Por ejemplo, las preguntas son mucho más productivas cuando son abiertas y no cerradas, cortas frente a las largas y simples frente a las complejas. Tienen que ser descriptivas (qué funciona y qué no; porqué) frente a las especulativas (y si, deberíamos, porqué no…). Hay que evitar exponer las preguntas de forma agresiva ya que se genera un ambiente tóxico…

Por otro lado, en estas sesiones, es sencillo que las personas más experimentadas o con rango superior traten de responder las preguntas que se lancen de forma espontánea. Esto puede ser comprensible, pero puede resultar una pérdida de tiempo ya que lo interesante es la obtención de una cantidad importante de ideas y de problemas.

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